SAN LA MUERTE Y UNA HISTORIA DE VIDA

DESPUÉS DE LA CÁRCEL VENDE SUS ESCULTURAS AL MUNDO

Aquiles Coppini: Su fe en “su santo” lo ayudó a que el sistema no le gane

Es una prueba palpable de que cuando hay voluntad las buenas decisiones se mantienen y el rumbo de la vida puede mejorar. Tras más de 15 años tras las rejas, conoce las carencias materiales y afectivas, y la venganza y violencia. Optó por llevar otra vida. Lo consiguió.




La vida de Aquiles Coppini podría ser un buen argumento para una película. Estuvo preso 17 años. Consiguió tras muchas batallas legales su libertad, a través de un decreto que firmó hace tres años el gobernador Arturo Colombi. Es uno de los talladores de imágenes de San La Muerte, “su santo”, más destacados, y sus obras se venden actualmente en distintos países. Está exponiendo en la Capital Federal, a través del Fondo Nacional de las Artes.

Mientras estuvo preso, Coppini tuvo una excelente conducta, estudió, trabajó y aprendió el oficio de tallador, ayudado, como él mismo asegura, por su devoción en “el santo”.

Hoy, a tres años de haber recuperado la libertad, al recordar los años que estuvo tras las rejas, son miles las imágenes que se le vienen a la mente. Pero lo que asegura, es que el “sistema no ayuda para nada a que uno se reinserte”, pero es prueba real de que “todo pasa por uno, si se quiere el sistema gana y uno no se recupera, por eso muchos que salen vuelven a estar tras las rejas”.

Contó que no es fácil vivir dentro de la cárcel, por el encierro mismo, por la falta de los seres queridos, por la violencia y la desidia que lo rodean. “Pero, quizás, uno es el que decide, si se mete en lo que allí le ofrecen o decide aprovechar su tiempo. Eso hice yo, traté de aprovechar el tiempo que estuve allí, estudié, trabajé, siempre intenté superarme. Me alejé de aquellos que no me iba a hacer bien –la mala junta, la droga–. Eso que sembré, ahora lo estoy cosechando afuera”.

Entre las cosas que critica del sistema que contribuye a que los que están presos no puedan reinsertarse en la sociedad, plantea, por ejemplo: “Cuando alguien viene a pedir por algún detenido que puede salir a trabajar, y así ayudarlo a superarse, ahí mismo dicen, ‘¿pero estás seguro?, mirá que éste está preso por esto o por lo otro, no te conviene’. Entonces, así la gente se asusta, se aleja de uno, y no se puede encontrar una salida laboral”.

Aquiles Coppini, cumplía una condena de cadena perpetua. Luego accedió a una conmutación que le redujo la pena a 25 años. Dos días atrás, tras cumplir una serie de requisitos, se vio beneficiado por el decreto 1.413 firmado por el gobernador Arturo Colombi el 24 de agosto pasado 


Para Coppini, no cambiar de vida tiene mucho que ver con la voluntad propia. “Uno a cada momento va decidiendo; ante lo que se le presenta puede optar por lo bueno o por lo malo. Por ejemplo, cuando mi papá murió, yo no pude ir a verlo, porque alguien no firmó mi autorización, o porque no quisieron, no sé. Si yo hubiese reaccionado mal, con violencia, con rebeldía, la hubiera pasado mal, pero aunque me dolía en el alma estar prendido a una reja mientras mi papá sufría, nada podía hacer. Esa conducta que yo decidí mantener siempre fue lo que luego permitió que yo pudiera salir, y hoy pueda disfrutar de mi familia, de mis hijos, mis nietos”.

Coppini vive hoy en Rosario, está casado con una mujer que conoció estando preso. Tiene dos hijas casadas, que lo hicieron abuelo, y un hijo que está a punto de terminar el colegio secundario, y de quien cuenta con orgullo que tiene excelentes calificaciones.

Si bien hoy su vida tiene un matiz totalmente diferente del que padeció tras las rejas, donde cumplía una condena de cadena perpetua por supuesto homicidio, no se olvida de lo que allí vivió. Cada vez que vuelve a Corrientes, va a visitar a algunos de los detenidos con quienes forjó una amistad. “Yo voy a verlos, a llevarles cigarrillos, porque sé perfectamente lo que es estar allí, solo, encerrado, esperando que alguien vaya a verlo a uno, la ansiedad que se tiene cuando sabe que alguien va a ir a visitarlo”.
Coppini le relata a quien puede su experiencia de vida, como una forma de demostrar que si uno quiere, aun ante la mayor adversidad las cosas se pueden lograr.

Coppini está convencido de que “su santo” lo ayudó a dejar atrás esa triste vida y que el sistema de violencia y muerte no le gane. Hoy, con profunda fe, talla cada una de las imágenes, muchas de las cuales ya están hoy en manos de devotos de Estados Unidos, México, Australia, o en España, adonde precisamente ayer envió unos trabajos.

Su devoción por San La Muerte le dio lo que hoy es su medio de vida y lo que le valió un reconocimiento de la Cámara de Diputados de la Nación. El 22 de noviembre del 2007, los legisladores aprobaron por unanimidad el proyecto a través del cual expresan “su reconocimiento al artesano Aquiles Ramón Coppini por su labor artística, en la que expresa la tradición ancestral de la talla de imaginería religiosa popular correntina".



Material Gentileza de http://www.tncorrientes.com

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